“La crisis de legitimidad de las democracias es una oportunidad”
Entrevista. Docente de la Escuela de Posgrado, Emilio Graglia reflexiona sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan los gobiernos contemporáneos en el diseño y gestión de políticas públicas.
Emilio Graglia, politólogo y docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Católica de Córdoba, analiza en esta entrevista la importancia de superar las visiones extremistas en las políticas públicas y destacar un modelo relacional basado en la innovación, la transparencia y la participación ciudadana. Graglia, quien imparte la materia Políticas Públicas, Gobierno y Administración Pública en la Maestría en Gestión Política y también es profesor del Doctorado en Política y Gobierno, comparte su visión experta sobre los desafíos que enfrentan los gobiernos contemporáneos y las oportunidades que surgen para mejorar la eficacia estatal y fortalecer la democracia.
¿Qué son las políticas públicas?
-La respuesta depende del marco teórico que se adopte. En la Maestría en Gestión Política seguimos el “modelo relacional de políticas públicas basadas en la innovación política”. Por eso hablamos de “políticas innovadoras”. Se trata, en definitiva, de planes y actividades que tienen al Estado como responsable principal y subsidiario, y a la sociedad como destinataria primera y partícipe; buscan el bien común y el fortalecimiento democrático. Es una noción más prescriptiva que descriptiva, o sea, más que definir lo que son, define lo que deberían ser las políticas públicas en general y, particularmente, las basadas en la innovación de las ideologías y las metodologías de la política como ciencia y como praxis.
¿Cuáles son las políticas públicas transversales de todos los tiempos y cuáles aquellas que se han incorporado en los últimos tiempos?
-Las políticas públicas dependen de las ideologías políticas de los gobernantes de turno, por un lado, y, por el otro, de los problemas y las necesidades de cada sociedad. No es lo mismo un gobernante conservador que un gobernante progresista. Tampoco es lo mismo un país latinoamericano que un país nórdico.
En los últimos tiempos, se destacan las políticas basadas en la innovación, es decir, en la mejora permanente, las que mejoran lo bueno y cambian lo malo, independientemente del gobierno que las puso en marcha. Esa mejora permanente supone revisar las ideas y los métodos una y otra vez, construir, deconstruir y reconstruir lo que sabemos o creemos saber en torno a la ciencia política y a la praxis política.
Eso supone priorizar las coincidencias sobre las diferencias. A modo de ejemplo se destacan los gobiernos de Uruguay y Chile. En Argentina, se da en gobiernos provinciales de diversos partidos. Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos han demostrado la importancia de potenciar la Región Centro como una política de Estado.
¿Cómo se gestionan y diseñan hoy esas políticas públicas?
-Las políticas innovadoras se deben diseñar a partir de un análisis de las políticas existentes y una evaluación de sus resultados. Hay que construir sobre lo construido y no inventar el agujero del mate todos los días. Sobre esa base, se recomienda diagnosticar participativamente los problemas prioritarios y las soluciones posibles, decidir políticamente una agenda gubernamental y planificarla técnicamente con objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Respecto a la gestión, lo recomendable es ejecutar lo planificado con productividad, comunicar lo planificado y lo ejecutado con transparencia y controlar lo ejecutado y lo comunicado con idoneidad.
Desde ya, son recomendaciones surgidas de “buenas prácticas”. Así deberían diseñarse y gestionarse. No siempre o, mejor dicho, casi nunca sucede de esta manera. Las etapas de los procesos se superponen, se adelantan o se retrasan. Entonces, surgen las “fallas”. El modelo relacional sirve como referencia teórica y metodológica para detectar esas fallas y enmendarlas.
¿Existen herramientas novedosas para la gestión y el diseño?
-Siempre les digo a las y los alumnos que la mejor herramienta práctica es un buen marco teórico. No se puede diseñar o gestionar una política pública sin definir, antes, qué son las políticas públicas, cuál es la relación entre el planeamiento y la gestión, cuál es el rol del Estado, cuál es el rol de la sociedad, cuál es su razón de ser, sus finalidades y condiciones.
En concreto, hay dos herramientas novedosas. Una es el uso de datos, información y evidencias. Si las políticas no tienen metas que puedan ser medibles, no sirven. En este punto, la inteligencia artificial puede ayudarnos mucho. Otra herramienta también novedosa es la escucha activa, una idea y un método provenientes de la mediación. Es clave que los equipos técnicos la practiquen en sus relaciones con los actores políticos y sociales que intervienen en el proceso de políticas públicas. Se requiere inteligencia emocional.
¿Puede un Estado prescindir de Políticas Públicas?, ¿y transferirlas al sector privado?
-El modelo relacional aboga por un Estado responsable. Ni ausente ni omnipresente como erróneamente han pretendido el neoliberalismo y el populismo en América Latina. Que sea el responsable “principal” significa que es necesario pero no suficiente. No puede faltar pero tampoco puede decidir y accionar a solas, ignorando a los sectores privados y ciudadanos. Que sea el responsable “subsidiario” implica que no debe intervenir cuando los actores sociales pueden resolver sus problemas y satisfacer sus necesidades por sí mismos, y, por el contrario, debe intervenir cuando no pueden hacerlo. En este caso, no para reemplazarlos, sino para fortalecerlos.
Si hay pleno empleo, sería absurda una política de promoción del empleo. Pero si hay desempleo, sería pertinente una política que genere las condiciones para que el sector privado pueda demandar puestos de trabajo, diseñada y gestionada con los actores empresariales y sindicales.
¿Cuáles son los desafíos y oportunidades actuales desde una perspectiva local y nacional?
-El mayor desafío es diseñar y gestionar políticas que superen los recurrentes fracasos de políticas planificadas e implementadas desde los extremismos ideológicos. Me refiero, concretamente, a las políticas neoliberales y a las políticas populistas que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo a nuestras democracias.
Hacen falta políticas humanistas, centradas en las personas humanas como seres únicos e interdependientes, que busquen equilibrios mediante el diálogo y la construcción de consensos.
De eso depende el futuro de nuestras democracias. Cualquiera puede ganar una elección con propuestas extremistas pero nadie puede sostener un gobierno con políticas extremistas.
La crisis de legitimidad de las democracias es una oportunidad. En América Latina, la mayoría de los ciudadanos están disconformes con el desempeño de la democracia. La crisis de confianza en las instituciones representativas y republicanas es la oportunidad de reivindicar la buena política y no caer en la tentación de la antipolítica.
Desde su perspectiva, ¿cuál es el principal diagnóstico del estado actual de la capacidad estatal para diseñar e implementar políticas públicas efectivas?
La capacidad de los Estados para diseñar y gestionar políticas efectivas y legitimadas está muy deteriorado. En parte se debe a las limitaciones de Estados nacionales frente a problemas y necesidades globales.
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