La carrera que desafía el statu quo de las cosas
La Maestría en Diseño de Procesos Innovativos propone transformar las ideas para abordar los desafíos profesionales.
En un mundo en donde la creatividad y la innovación se han convertido en motores esenciales del desarrollo, surgen propuestas académicas que desafían los enfoques tradicionales y abren nuevas posibilidades. Una de ellas es la Maestría en Diseño de Procesos Innovativos (MDPI) de la Escuela de Posgrado de la Universidad Católica de Córdoba, una carrera de formación continua que busca potenciar la creatividad, promover el pensamiento crítico y formar profesionales capaces de liderar procesos disruptivos en sus respectivas disciplinas.
Así lo expresa la directora de esta Maestría, María Cecilia Kesman, quien compartió detalles clave sobre el enfoque y el impacto de esta innovadora propuesta educativa que tiene a la creatividad como su principal aliada.
Los procesos innovativos de diseño abarcan métodos y enfoques que buscan desafiar el statu quo y encontrar soluciones originales en campos tan diversos como el diseño de productos, servicios, experiencias y sistemas.
"Cada vez que algo nos sorprende —ya sea un producto, un lugar o una experiencia—, detrás hay un proceso de diseño que articula todos los elementos para lograr ese efecto", explica la directora de la carrera que inicia en marzo en la UCC. Desde la experiencia de abrir un “packaging” cuidadosamente diseñado hasta el ambiente planificado de un restaurante o el enfoque creativo de una clase, todo ello refleja un proceso de diseño innovativo.
Según Kesman, la Maestría busca visibilizar e instrumentalizar estos procesos, permitiendo a las y los profesionales no solo entenderlos, sino también crear y aplicar nuevas herramientas para abordar los desafíos actuales. “La diversidad es uno de los grandes retos del diseño en el contexto actual, y nuestra maestría ofrece disparadores y herramientas para enriquecerla desde una perspectiva creativa y analítica”, destaca.
La creatividad como aliada central
En el corazón de la MDPI está la creatividad, definida por Kesman como “la habilidad de encontrar nuevas posibilidades en la realidad”. Este eje central se traduce en un enfoque práctico que combina crisis, crítica, provocación y modelos de diseño, permitiendo a los estudiantes desarrollar su “personalidad creativa”.
“El sujeto es creativo y el objeto innovador”, afirma y explica que la formación en la maestría no se limita a proporcionar herramientas técnicas sino que también se enfoca en cultivar una mentalidad abierta y crítica que permita cuestionar lo establecido. Este enfoque interdisciplinario atrae a profesionales de campos tan diversos como el diseño industrial, la arquitectura, el teatro, la comunicación y la ingeniería, generando un espacio muy valioso en perspectivas y experiencias.
La incertidumbre como oportunidad
En un entorno creativo, la incertidumbre no es un obstáculo sino un recurso. Kesman enfatiza que la Maestría prepara a los estudiantes para abrazar la ambigüedad y transformarla en descubrimientos. A través del método fenomenológico, las y los participantes aprenden a abordar un fenómeno sin preconceptos, confiando en sus habilidades intuitivas y creativas. Este enfoque fomenta una reflexión crítica que, junto con la creatividad, permite construir modelos y soluciones innovadoras.
“La crisis y la incertidumbre van de la mano. Ambas cuestionan lo que creemos saber, y en esa desestabilización surgen los hallazgos más interesantes”, comenta. La colaboración también es fundamental en este proceso, con la "triple C" (construcción colectiva del conocimiento) como uno de los pilares del programa. En talleres grupales, los estudiantes comparten sus saberes y construyen soluciones conjuntas, enriqueciendo el aprendizaje desde la diversidad.
Experimentación y concreción
Uno de los retos de cualquier proceso creativo es equilibrar la exploración con la necesidad de resultados tangibles. En la MDPI, la experimentación es el punto de partida, pero también se promueve la concreción a través de la validación y la transferencia. Por esta razón, le consultamos a Kesman cómo se equilibra la necesidad de resultados concretos con la importancia de explorar nuevas ideas. “Lo que descubrimos en nuestras exploraciones se traduce en objetos, mapas, esquemas o experiencias que luego se socializan y se validan, tanto en la universidad como en contextos externos”, explica.
“El sujeto es creativo y el objeto innovador”
En un mundo donde la inteligencia artificial y otras tecnologías transforman constantemente el panorama profesional, la creatividad se convierte en una herramienta imprescindible. Sobre este punto, la directora de la carrera menciona que, aunque estas herramientas pueden facilitar procesos y generar innovaciones, siguen dependiendo de la creatividad humana. “Una situación muy concreta es que la inteligencia artificial te resuelve y te responde maravillas en la medida que los llamados “prompts” o las indicaciones sean dadas por un sujeto creativo. De ahí que decimos: el sujeto es creativo, luego la IA podrá ser innovación”, afirma.
Vinculación y transferencia al sector productivo
La MDPI no solo se centra en la formación académica, sino también en la vinculación con el sector productivo. Los trabajos finales de los estudiantes se conectan directamente con sus áreas de desarrollo profesional, permitiendo articular los conocimientos adquiridos con proyectos concretos. Esta transferencia fortalece tanto a los participantes como a las instituciones involucradas, generando un impacto tangible en el mundo laboral. “La MDPI es una maestría profesionalista, su impacto tiene que estar directamente relacionado con el trabajo profesional del día a día”, aclara.
Interdisciplinariedad como motor de innovación
La diversidad de perfiles profesionales en la MDPI es una de sus mayores fortalezas. Cada cohorte se convierte en un espacio de interacción dinámica donde las experiencias y saberes de diseñadores, arquitectos, comunicadores e ingenieros se combinan para enriquecer el aprendizaje colectivo. “La interdisciplinariedad potencia la creatividad y genera nuevas vinculaciones que benefician tanto a los estudiantes como al proceso de diseño en sí”, concluye Kesman.
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