El avance silencioso de la chicharrita: qué aprendió el agro y qué esperar en 2026
Desde la Especialización en Protección Vegetal destacan los factores que favorecieron un estallido inesperado del insecto en la campaña 2024
En los últimos años, el agro argentino fue testigo del crecimiento de una preocupación sanitaria: la proliferación de la chicharrita (Dalbulus maidis), un insecto vector clave en la propagación de enfermedades causadas por micoplasmas y virus en los cultivos de maíz. Su presencia, aunque antes era esporádica, ha aumentado progresivamente, llegando a un punto crítico en la campaña 2024. Sin embargo, según el docente de nuestra Especialización en Protección Vegetal Roberto Peralta la situación este año se encuentra bajo control, aunque las alarmas deben mantenerse encendidas para la campaña 2026.
"La chicharrita siempre estuvo, pero con poblaciones bajas. En los últimos cinco años, se notó un incremento paulatino en los lotes, y en la campaña pasada hubo un estallido que nadie esperaba", comenta el especialista. Este crecimiento inesperado se vio favorecido por condiciones climáticas inusuales: el invierno de 2023 fue particularmente cálido y seco, lo que permitió la proliferación de maíz guacho, una de las principales fuentes de alimentación y reproducción de la plaga.
Según Peralta, la clave del aumento de la chicharrita no reside exclusivamente en el cambio climático, sino también en prácticas agrícolas que han favorecido su propagación. "La plaga depende directamente del maíz. A medida que se expandió la superficie cultivada con este cereal, especialmente en fechas de siembra extendidas, se creó un puente verde ideal para su desarrollo", explica.
El año pasado, la falta de heladas fuertes y la sequía prolongada generaron un escenario ideal para la plaga. Este 2025, en cambio, las condiciones fueron distintas: "El invierno de 2024 fue más frío y seco, lo que redujo considerablemente la expresión de maíz voluntario en los lotes coartándose naturalmente el puente verde y por ende la disminución de la población de la chicharrita", asegura el especialista. Sin embargo, advierte que el verdadero desafío será la campaña 2026, si las condiciones vuelven a ser favorables para la plaga.
Un análisis social de la plaga
Peralta plantea una visión interesante sobre la percepción del problema: "El miedo a la chicharrita tuvo un impacto similar al del Covid-19 en la sociedad. Se midió con un nivel de detalle sin precedentes, lo que generó alarma en muchos productores". Explica que, si bien la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis registró un incremento de la plaga en todas las regiones al final de esta campaña 2025, este aumento es normal dentro de la dinámica de cualquier insecto de zonas templadas. "A medida que avanza el verano, la plaga aumenta hasta que llega el frío y reduce su población. El problema real sería que tengamos otro invierno sin fríos y con nacimiento generalizado de maíz guacho en los lotes", enfatiza.
Prevención y estrategias para los productores
Aunque existen estrategias de control, el especialista señala que ninguna garantiza una solución definitiva. "A diferencia de otras plagas, la chicharrita es un vector. No la combatimos solo a ella, sino a las enfermedades que transmite", indica.
Entre las principales recomendaciones destaca:
-Evitar uso de híbridos susceptibles a la enfermedad.
-Evitar la siembra tardía, ya que aumenta la exposición a poblaciones más numerosas de la plaga.
-Monitoreo temprano, observando los niveles de maíz guacho en agosto para anticipar posibles escenarios.
-Manejo de lotes, con rotación de cultivos y eliminación de maíz voluntario.
"Brasil nos lleva ventaja en el desarrollo de híbridos tolerantes por la simple razón de haber tenido la misma problemática de 2024 en años anteriores. Argentina no debe dejar de avanzar en este aspecto para reducir el impacto de la plaga", anticipa Peralta.
El futuro de la chicharrita en Argentina
Si bien la campaña 2025 no presentó un problema grave con la chicharrita, la atención debe centrarse en 2026. "Los meses clave para la región serían agosto/septiembre. Si para ese momento no hay maíz guacho ni presencia de plaga en los lotes, la probabilidad de daño será baja. Pero si volvemos a un invierno cálido, podría repetirse el escenario de 2024", advierte.
El docente recalca que la chicharrita es un fenómeno complejo, influenciado tanto por factores climáticos como por prácticas agrícolas. "No se trata solo del cambio climático. El crecimiento del maíz en nuevas regiones y el manejo del cultivo tienen un impacto directo en la dinámica de la plaga", concluye.
En definitiva, la chicharrita sigue siendo un desafío para el agro argentino. Aunque las condiciones actuales son favorables, el monitoreo continuo y la implementación de estrategias adecuadas serán clave para evitar futuras crisis en los cultivos de maíz.
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